El herradero es una de las faenas de camperas, más apasionantes, ya que se junta el manejo de ganado, la corrobla de amigos, el almuerzo... y todo ello A CAMPO. Lo primero aclarar que el herradero que paso a describir es un herradero de manso, con lo que no cuenta con la supervisión del veterinario de ninguna asociación, ya que no se inscriben en ningún registro, no se suelen señalar las orejas de los animales, ni marcar el guarismo del año en la mano derecha, después de esta salvedad, creo que necesaria por si hay algún purista.... paso a describir tan bonita faena.

   Todo suele empezar siempre el día antes, y esto no iba a ser menos, así el día anterior se apartan los añojos y añojas que se herraran, en el manso sólo se suelen herrar los machos que se dejarán de sementales; se preparan los hierros, a saber, el hierro de la marca, y los números, algunos valen para varios, por ejemplo el 4 y el 7 y el 6 y el 9, pero ya digo que a saber, pues hay gente que tiene incluso varios juegos; y se dejan los troncos de encina para hacer el fuego, aquí también existen otros métodos, más modernos, como fraguas de carbón de brezo o de butano, en fin preparar para que al día siguiente esté todo listo.

   Tempranito se prende la lumbre y se colocan los hierros, estos son como de 150 cms. de longitud y rematados con un mango de madera que sirve de aislante, con lo que hay que tener cuidado de no quemarlos, si bien tienen que estar calientes. Bueno a buscar una añoja a los corrales, y por la manga, hasta la jaula; aquí lo primero es atar bien al animal para que no se mueva, una vez atado se colocan los hierros, la marca en la llana, el número identificativo en el costillar derecho. Antiguamente se herraba a mano, esto es, se citaba al animal y al arrancar se le cogía entre cuatro o cinco personas se le caía sobre el lado izquierdo y se marcaba, quizás más bonito, pero mucho más cansado y menos práctico, pero claro, el romanticismo es el romanticismo y siempre se suelen evocar tiempos pasados. Bueno pues después de herrar los animales y aprovechando la lumbre, llega el esperado almuerzo, que sabe a gloria después del trabajo. Almorzando, es necesario beber vino, y claro, el vino, la fiesta y las vaquillas todavía encerradas, la sucesión tiene un claro final, la tienta. La morucha siempre fue fina, y muchas se arrancan como si de bravas se tratara, y como colofón para un día de campo no esta nada de mal.

 

 

Herradero en los 70, celebrado en Villares de Yeltes por D. José García Tabernero (Pepe Orive)
     
 
     
Herradero en los locos años 20, celebrado en Villares de Yeltes por D. José Manuel García Orive
Poco a cambiado en 90 años....manejo de ganado, entonces todo a mano, buena gente, en el campo y para finalizar a torear.

La indumentaria, pero señores mi abuelo era charro hasta la médula, y siempre vestía como tal.